Don Quijote, un viejo libro que
enseña cosas nuevas
Publicado por Téxil Gardey
Probablemente Miguel de Cervantes no pudo imaginar que ese personaje loco y controversial que era su Quijote, se convertiría en uno de los protagonistas de ficción más queridos y respetados de todos los tiempos, ni siquiera imaginaba que esa locura podía ser analizada minuciosamente y que a través de ella cientos de especialistas intentarían explicar el comportamiento del género humano.
Pero es así. Como el ingenioso hidalgo de Cervantes no han existido personajes respetados, lo irrisorio de todo esto es que su autor sólo intentaba parodiar las novelas de caballería, serias y adultas, ridiculizando el comportamiento de los héroes y consiguiendo que un simple ratón de biblioteca, que era ese Lozano, se convirtiera en héroe, habiendo sido creado como un anti-héroe.
En fin, así las cosas, en esta ocasión, como lo habréis notado hablaré de la obra “Don Quijote de la Mancha” de Miguel de Cervantes Saavedra, una obra que cuantas más veces leo, más cosas puedo analizar y aprender. Espero que les guste.
El trabajo detallado de los personajes
Una de las cosas a aprender de este libro es el trabajo detallista que hay de los personajes, que viven en un tiempo y espacio pero que van modificándose en torno a las experiencias que deben enfrentar. Este rasgo, que a simple vista puede parecer obligatorio en un relato, no es tan sencillo de lograr y pocos autores consiguen personajes tan complejos y que van madurando con el correr de las páginas.
La novela de Cervantes muestra la evolución psicólogica de su protagonista, el Quijote, y de su compañero, Sancho Panza. El ilustre hidalgo es un hombre educado, atosigado por la rutina de la vida, idealista y loco, y su amigo un hombre sencillo y práctico, con pocos objetivos claros. Los sucesos que viven juntos llevan a que el primero demuestre ser más cuerdo de lo que se creía y que el segundo se torne un tanto idealista. Construyen una relación y a partir de ella evolucionan.
En lo que se refiere a rasgos estilísticos, algunos de los utilizados por Miguel de Cervantes son el diálogo, la parodia y la ironía. Desde mi punto de vista es muy destacable la forma en la que Cervantes encara la parodia, muy diferente a lo acostumbrado por sus contemporáneos,tocando límites entre la seriedad y la locura. Por otro lado, el Quijote es sin lugar a dudas una de las obras clásicas de la que mejor puede aprenderse el uso de la ironía, sin llegar a ser burlesca.
Los diferentes registros idiomáticos
Otra de las cuestiones a aprender de este famoso libraco son los registros; sin lugar a dudas, Cervantes es un genio para crear ambiente y acoplar todo el texto al registro propio de un grupo social.
En el Quijote pueden encontrarse tres estilos diferentes: el caballeresco, el vulgar y el culto.
El registro caballeresco: Este estilo es escogido por el autor para parodiar el lenguaje utilizado por los autores clásicos de libros de caballería. Si bien en dichas obras el lenguaje de los caballeros era un tanto particular y exagerado, Cervantes, lleva esta particularidad al límite, parodiando de este modo el estilo caballeresco; este registro es utilizado sobre todo por Don Quijote.
El registro coloquial, también llamado vulgar es el que se halla en contraposición al utilizado por el protagonista (el caballeresco), y puede notarse por ejemplo, en la forma de comunicarse del escudero, Sancho. Es un lenguaje que se caracteriza por estar atiborrado de frases hechas, sobre todo refranes, podría compararse con un léxico tradicional que podría confundir a este personaje con una extraído del montón. Además en este registro suelen aparecer en repetidas ocasiones tanto la elipsis como los apóstrofes, que obligan al receptor a interpretar el discurso más allá de lo que en él se expresa.
El tercer registro es el culto y es el utilizado por el protagonista en los discursos. Este estilo se deja ver cuando el autor intenta negar la locura del Quijote, o deja ver su cordura. Muestra a un hombre extremadamente educado y con un razonamiento claro y locuaz, el cual es completamente diferente al Quijote caballeresco. Este registro se diferencia claramente del primero y no es difícil de encontrar en la obra, cabe buscar fragmentos donde no exista la ironía ni los recursos propios de la parodia.
Jugar con el narrador
Una de las cosas que desde chica me asombra del Quijote es el cambio rotundo y constante de narrador, lo que podría considerarse incorrecto en un texto, en el Quijote se utiliza como un recurso que enriquece el contenido de la obra y la vuelve más impresionante.
En esta obra existe una multiplicidad de narradores, los cuales permiten que la obra cobre un mayor perpectivismo y que el lector conozca a fondo los pensamientos de cada personaje, no sólo del protagonista.
Una de las cuestiones que en este aspecto llama más la atención es que el propio Cervantes afirmó públicamente que parte de la historia había sido escrita por un tal Cide Hamete Benengeli, historiador árabe que narrara la vida del Quijote, y que un traductor morisco la llevó a la lengua castellana, y fue gracias a esta traducción que Cervantes supo de la existencia del Quijote.
Existen muchas dudas acerca de la existencia de estos dos personajes, pero al margen de eso Cervantes los creyó necesarios y los introdujo de forma deliciosa para darle mayor veracidad a su protagonista, lo cual confirma aún más su genialidad como autor.
Los personajes de esta obra también tienen sus respectivos turnos para volverse narradores, de este modo el lector puede meterse en los sistemas de razonamiento de cada uno, comprender su melancolía, sus miedos, su pasado. Es una estrategia muy ingeniosa por parte de Cervantes para conseguir que cada personaje se vuelva héroe en un determinado momento y que el lector se encariñe especialmente con él.
La otra voz narrativa presente en la obra es la del propio autor, quien no es omnisciente pues sólo conoce aquello que se encontraba en el manuscrito de Cide Hamete Benengeli (¡nuevamente! haya existido o no ese tal Benengeli, contando esto, el autor le da mayor veracidad a la ficción). El autor como narrador posee una aparente objetividad e incluso interviene como protagonista en una ocasión contando una historia, que afirma es propia, y que nada tiene que ver con la historia del Quijote.
Concluyendo
No importa cuantas veces hayamos leído la obra, siempre conviene releerla porque hay mucho más para aprender de ella que en cientos de libros de lingüística.
El Quijote es una obra maestra no sólo por la ingeniosa historia que contiene y por lo que significó en su tiempo, sino porque en él hay mucho más que muchos relatos entrelazados, hay un tratado sobre estilo literario, fusión de registros y maneras de trabajar a los personajes que puede ser de mucha ayuda para cualquiera que esté en proceso de creación o que desee internarse en el precioso trabajo de escribir.
La autora española Ana María Matute, una escritora extraordinaria y con unas cualidades literarias muy destacables, confesó en una entrevista hace algunos años, a propósito de la obra maestra de Cervantes.
http://www.poemas-del-alma.com/blog/especiales/quijote-viejo-libro-ensena
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