Un amigo, profesor de la San Igancio de Loyola, me dice que le han pedido que reduzca la carga de lecturas que deja a sus alumnos y que los mande a ver videos. Me dice que la universidad quiere hacer menos clases presenciales y que próximamente serán más las clases via internet. Me informa además que los exámenes serán también por internet, de modo que la evaluación se hará con pruebas de opción múltiple.
Mi amigo, por supuesto, se opone. Reducir la carga de lecturas a sus alumnos es condenarlos a ser universitarios del tercer mundo (¿somos el tercer mundo?), alumnos de paporreta, alumnos cuya relación con la ciencia y el conocimiento será ver National Geographic.
Como todo el mundo sabe, la ciencia y el conocimiento están resgistrados por medio de la escritura en textos cuyo soporte puede ser el papel, la piedra o el plasma: no importa sobre qué leas, lo crucial es que para conectarte con ese mundo tienes que leer.
Si los directivos de la San Ignacio no quieren que sus alumnos lean tanto (¿Se imaginan a un decano de Harvard diciendo tal disparate…? Por supuesto, eso es inimaginable.) ¿cómo podrán estos alumnos enterarse de lo que sucede en el mundo del arte, la cultura, la ciencia?
Viendo videos, dicen.
¿Se imagina a Freud viendo progamas sobre psicología, o a Bill Gates enterándose de las cosas por medio de un video clips? Le han pedido que incorpore videos a sus clases en reemplazo de los “aburridos” textos.
Es evidente que alguien en esa universidad no leyó, no lee, ni sabe cómo impacta la lectura en el desarrollo y mantenimiento de unas capacidades intelectuales que la recepción visual no estimula.
La clase presencial posibilita el debate. La expectación de un video es una transmisión de datos con estímulos más visuales que conceptuales. La lectura de grandes volúmenes de información mantiene activa y desarrolla la capacidad del cerebro para procesar con inteligencia, creatividad, criticidad, velocidad, esa masa de información.
Por supuesto que los videos son herramientas pedagógicas formidables. Pero el espectador es eso, un mirón que se entretiene con el espectáculo. El lector es el sujeto que tiene que crear ese espectáculo con su imaginación. Y como dijo Eisntein, la imaginación es más importante que la memoria.
La universidad peruana no existe en el panorama de las universidades del mundo. La universidad peruana actual es hija de esa absurda idea según la cual lo que se necesita es ser práctico, estudiar solo lo que se “necesita” para la carrera. Estudiar es leer. Leer es comprender lo que lees. Leer menos conduce a la atrofia de la capacidad imnata de comprender: leer menos produce el país que tenemos, la universidad que tenemos.
Nuestros universitarios no saben, recuerdan. No opinan, repiten. Tienen opiniones, pero pocas ideas. No investigan, copian.
Felizmente mi amigo es un profesor que se opone. Quizá no gane, quizá lo despidan. Ojalá, por el bien de sus alumnos, que eso no pase.
Javier Arévalo
Tags: menos ciencia, menos lectura
Category YoLeo, Debate
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